domingo, 19 de febrero de 2012

Querido Marzo que vas a venir


Doy la bienvenida desde este nuevo espacio a todo el que decida pasarse para echar un vistazo. Como no podía ser de otra manera, inauguro entrada con una maravillosa imagen del Alcazar de Sevilla. Simplemente abro este blog para dejar aquí mis sentimientos, mis ratos de calma que dejan volar la imaginación escribiendo pequeños textos, mis recuerdos, mis sensaciones, todo aquello que alguna vez se me pasa por la cabeza.

El título del blog está dedicado a un grande entre los grandes, porque la vida pasa, igual que él canta que pasan, las semanas, fugaces, como estrellas en Bagdad. Y porque cada momento quiero disfrutarlo, y saborearlo como si fuera el último bocado.

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Los termómetros ya han subido, y el aire no huele a hielo, las calles han guardado su traje blanco. A las 9 de la mañana ya no da los buenos días un Berlín gélido, unos árboles con sus ramas ateridas por ese frío que llegó con todas las de la ley. Y menos mal. 

El Sur, sin embargo, luce un cielo azul primaveral. El sol sale cada mañana para recordarme que la vida no es tan oscura. Ese Sur que deja huella, ese Sur que tanto anhelo, me recibirá con sus brazos abiertos y perfume de azahar. Ese Sur que cuando llegue, vestirá un traje de flores. De mil colores. Ese Sur apasionado, mágico. Brillante y engalanado. Ese Sur que sangra alegría por cada una de sus venas. Esa tierra con olivares especial. Esas playas, esos rincones, esas maravillas árabes que perduran en el corazón del que se va. 

Parece que fuera ayer cuando buscaba piso, ilusionada, en la gran capital germana. Parece que fuera ayer cuando echaba de menos el fresquito, y de más esos 49 grados sofocantes, asfixiantes, que me obligaban a permanecer resguardada. Y también parece que fue ayer cuando llegué por primera vez a aquella estación Sur, para quedarme. Y por primera vez, una ciudad me emocionó. 

Berlín es un mundo muy diferente. Sus gentes, sus costumbres, su frío congelador, sus enormes magnitudes, sus mil opciones. Berlín gris rodeada de un bosque verde tropical. Con olor a niebla y a humedad. Me gusta. Me gusta colarme en un mundo que no es el mío, intentar aprender de todo un poco, intentar buscarme la vida. Poner aventuras a una vida que se torna aburrida. Quizás vuelva. Cuando la carretera necesite unas cuantas curvas peligrosas. Siempre me han gustado los contrastes radicales. Qué se le va a hacer.
Pero es hora de volver. Este cuento da paso a su fin, dejando un “continuará” abierto para otras ediciones posteriores. Es hora de girar 180 grados para llegar al polo opuesto y disfrutar. Es hora de teñir de colores una primavera y un verano que llegan con todas las ganas de vivir, con ganas de disfrutar, con ganas de conseguir un poquito de azúcar, para esta taza de te.

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